Otro fastidioso castigo {Kaetara F.}

¡Fantástico!, ese día era Perfecto – sarcasmo puro en sus palabras – ¿quién le mandaba a portarse mal? Es que la morena no podía estar unos cuantos minutos sin hacer nada, sumamente fastidiada, con alguna de sus amigas porque hacia desastre, claro estaba mirando a la gente pasar con Athalia sin nada que hacer, y ella comenzo con lo de que la sala común estaba muy aburrida, en el momento la idea dada por la ojiazul le pareció muy buena, estaba igual o más aburrida que ella y total tan solo iba a mirar cómo salía todo, pero ni cinco minutos había pasado para que el profesor Slytherin apareciera en la sala común y cayera en el hechizo, se preguntaran ¿Cuál hechizo? Pues cada persona que entraba a la sala común empezaba a escuchar voces extrañas y susurrantes haciendo eco por todo el lugar diciendo cosas como, ‘te convertirás en asqueroso Gryffindor traidor’, ‘Deshonraras a tu familia con tu horrible comportamiento’…. Y cosas de ese estilo, no muy original pero ¡vamos! Estaban aburridas y hacía calor ese día, los afortunados en recibir la primera tanda del hechizo fueron los chicos de secundaria, recién llegados de clases, excelentes para la broma… pero justo detrás venia el profesor.

La morena que estaba rehaciendo el hechizo porque a su adorada amiga – a la cual ahora quería tirar de la torre de astronomía - no le quería salir ahora bien fue la que terminó castigada. No que le molestara del todo estar allí, era común para ella tener castigos de todo tipo, así llevará penas dos semanas de haber comenzado el colegio, pero justo ahora tenían la primera práctica de Quidditch de la temporada, además de un plus de que su padre antes de iniciar el curso se la había llevado aparte y le había advertido, que bajara la cantidad de lechuzas de los directores a casa o recibiría un muy severo castigo.

Y ahí estaba en el bosque prohibido, tenia su adorada varita por protección o se la hubieran decomisado, debía buscar unas cuantas plantas para pociones y otras cosas para la clase, y si no le llevaba todo a la profesora para la mañana siguiente estaría en problemas con su jefe de casa – Tonta Athalia y su tonta idea, Tonto viejo que me hizo hacer el castigo sola, tonto papá que estresarme sin ningún motivo…

Refunfuñando sonoramente y dando patadas a toda piedra que osaba cruzarse en mi camino, me dirigí hacia el Bosque Prohibido.
¡¡¡Qué injusticia!!! Yo solo estaba entrenando mi puntería con los bombardas en un árbol, en ningún momento invité a aquella Slytherin a que se pusiera en medio. No me merecía este castigo, por mucho San Mungo que tuviera que visitar la chica. ¡¡Fue sin querer!! Bueno, casi sin querer.
Cuando llegué a la entrada del Bosque vislumbré de lejos una figura menuda y morena. ¿Qué hacía allí?
- ¡¡Ehh!! - la llamé, acercándome hacia ella - ¿Sabes que te colgarán de las orejas si te pillan aquí, no? - dije, sonriendo.

Tenía una lista en la mano con cientos de nombres que se le olvidarían pronto por el sueño que cargaba encima, releyó un par de veces para ver si leía bien, ¿en serio tenía que incluso conseguir un bowtruckle? ¿de dónde lo iba a sacar?, ya se veía perdida dentro del bosque y comida por los animales peligrosos que lo habitaban, por lo menos tenía la esperanza de que podía volverse fantasma y vengarse de sus castigadores por la eternidad… la hora la estaba poniendo dramática.

Pego un gran salto al escuchar el grito de la voz tan conocida para ella - ¿Me quieres matar de un susto? – La regaño agarrándose el pecho que le latía desbocado – Eso te digo yo a ti ¿Qué haces aquí? – ¿la habrían castigado también? – No me harán nada ellos me mandaron – le muestra la lista de la discordia.

Cuando Erzsébet se giró en pleno sobresalto por mi grito, me quedé paralizada mirándola y escuchándola con los ojos como platos.

- ¿No me digas que a ti también te han castigado, Erz? - pregunté, extrañadísima. Más después de unos cuantos segundos rompí en sonoras carcajadas y tuve que apoyarme en un tronco porque la risa me doblaba el cuerpo. - Joder, ¡somos lo peor! ni una semana aquí y ya coincidimos en castigos, creo que deberían darnos una medallita o algo. - contesté aún con lágrimas de risa en los ojos. - ¿Qué has liado ya para que te mandaran aquí?

Con tanta risa se me había olvidado por un momento el motivo de mi propio castigo, y al recordarlo no pude evitar volver a ponerme de morros y resoplar. Lo cierto era que aquella 'pobre' Slytherin a la que había hecho saltar por los aires solo era una víctima colateral de mi mal humor, provocado a partes iguales por mi encuentro con Peverell dos días atrás y con Eléanore el día anterior. Aunque bueno, la culpa de que mi encuentro con Eléanore me causara disgusto también la tenía Peverell. Conclusión: Peverell tiene la culpa de todo lo malo que pasa en el mundo ¬¬.

Resoplando de nuevo y con más fuerza que nunca, intenté concentrarme en lo que debía. Me giré hacia mi serpientilla favorita y me fijé en que ella sí que era una chica lista y había apuntado todas las cosas que había que buscar en el bosque. Menos mal, porque a mí se me olvidaron todas, con el disgusto.... A veces me pregunto por qué me pusieron en Ravenclaw...

- Vamos, Erzsi. Estoy deseando oír con lujo de detalles el por qué de tu castigo mientras buscamos... ¿¡bowtruckles!? - pregunté extrañada echando una ojeada a su lista. ¿Bowtruckles, en serio?
En Hogwarts pasan cosas muy raras últimamente...

- No, estoy congelándome aquí de a gratis – le responde sarcásticamente para luego soltar una sonrisa al escucharla carcajearse de su situación para nada fuera de lo normal – No sabes luego los sermones que me hecha mi padre cuando llego a vacaciones, lo peor de todo es que a él ni le interesa lo que me pase durante todo el año para luego dársela de padre ejemplar – rueda los ojos hastiada, ya era mayor de edad desde hacía un año atrás y su padre seguía pensando que podía mandarla, la única persona que podía hacerlo era su abuelo y se lo había ganado a pulso.

- Estaba aburrida en la sala común con Athalia, hechizamos la entrada de la sala común acosando a los chicos del cole, y termino cayéndole el hechizo al profe Salazar, las que se nos ha montado encima, ahora me tiene de mandadera de todos los profesores y debo entregarle todo para mañana – Por lo menos había valido la pena, ver la cara de los menores por todo lo que se le iba susurrando en los oídos era para retratarlas, sobre todo la cara del profesor cuando le cayó el hechizo a él también, había sido lo mejor de toda la noche, aunque claro eso no se lo admitiría a nadie, no fuera a meterse en más problemas – ¿Y tú que hiciste para terminar haciéndome compañía? – le termina dando la lista al ver que la chica la chismoseaba sobre sus brazos, se había memorizado los dos primeros ingredientes por lo que comenzó a internarse en el bosque con su varita encendida con el lumos en alto esperando que su amiga la siguiera – Si bowtruckles, a lo mejor los usamos en clase de cuidado de criaturas mágicas o algo, yo no pregunto, solo quiero terminarlo rápido – Cuando te están cantando las cuarenta y casi cruciandote no podías estar preguntando el porqué de tu castigo – Además tenía pesado buscarte esta noche, hay un rumor muy singular en la sala común – dice como si nada guiando su varita hacia el suelo para ver lo que había adelante.

Con una sonrisa de ánimo, pasé un brazo por los hombros a la pequeña Sly cuando habló con amargura sobre el comportamiento de su padre,  pero no dije nada. Estaba al tanto del horrible trauma sufrido por la chica y las duras condiciones familiares que ello había originado, y no sería yo quien sacaría el tema ni la haría entristecer. Si quería hablar, aquí me tenía, por supuesto. Pero no agriaría la conversación con un comentario al respecto.

Cuando relató su travesura con la arpía de Athalia, me reí con ganas, con los ojitos chispeantes. - Jo! Me pierdo las mejores... ¡Lo que hubiera dado por ver a Salazar hechizado y correteando aterrorizado por la sala común de las víb... de los Slytherins! - Corregí a tiempo con un guiño. Estaba haciendo grandes esfuerzos por opacar mi mal humor y lo menos que quería era pensar en víboras, y mucho menos que mi amiga las defendiera de modo alguno, toda inocente. Entonces me preguntó por mi hazaña. - Bah, nada del otro mundo. Estaba bombardeando un árbol para desestresarme y... bueno, digamos que una chica estuvo en el lugar equivocado en el momento menos indicado... ella sufrió las consecuencias y yo, el INJUSTO castigo. - resoplé. El mundo estaba lleno de injusticias ;(

Erzsébet me tendió la lista mientras nos adentrábamos por fin en el oscuro bosque. Era sobrepasar el primer árbol y la temperatura descendía 10º... como odiaba ese bosque. Ojo, lo odiaba, no es que me diera miedo ni nada por el estilo. Ejem. ¡Y había que encontrar bowtruckles! - ¡Aah, fabuloso! - exclamé, sarcástica y frunciendo el ceño. - Una tarea amena y sencilla donde las haya, ¿te aburres? busca un bowtruckle en el Bosque Prohibido. - Refunfuñé mientras apartaba una espesa rama del pedregoso camino. Encontrar un bowtruckle en el Bosque Prohibido era como buscar una aguja en un pajar. En un escalofriante y siniestro pajar. Pero entonces Erzsébet cambió de tono y conversación, alegando un rumor que... no sé por qué, pero me imaginaba de qué se trataba. Me paré en seco, echando humo por las orejas - ¡¡YO LO MATO!! ¡Por Merlín, que lo mato! - exclamé, repentinamente enfurecida. Pateé irritada una piedra que resultó ser una raíz y me hizo bastante daño, haciéndome gemir de dolor y rabia. Cuando me hube serenado un poco me volví hacia mi (seguramente sorprendidísima) amiga. Tenía pensado comentarle lo sucedido, pero aún seguía asqueada y traumatizada... Y al parecer el imbécil de Peverell ya se había encargado de extender SU VERSIÓN por todo el castillo. Cuando te pille vas a desear no haber nacido, odioso. -Solo dime si tiene que ver con Cabeza de Puerco... El contenido del rumor creo que me lo imagino. - Sí, aunque a saber cómo evoluciona la mentira con el boca a boca... Probablemente ahora dirán que lo violé sobre la barra o algo parecido.

La morena le sonríe a la chica, ya se había ya no se molestaba cuando la escuchaba meterse con su casa, se había curado y lo dejaba pasar, a menos que fuera algo extremo que le ofendiera a ella misma, así que solo rodo los ojos ante su comentario sin importarle realmente o afectarle – No corrió por toda la sala común asustado, no creo que alguna vez lo veamos así los alumnos, es demasiado orgulloso para ello – un escalofrió le recorrió al recordar la mirada del profesor al pillarla – Te aseguro que pensé que me hechizaría, salí muy bien parada para haber hechizado a un fundador por error. – agradeció a merlín y a la magia por ello.

- Los profes son perversos, ni siquiera me dejaron esperar que fuera de día – comenzó a decir dramáticamente sin dejar de buscar los hongos rojos que iniciaban la lista en mano de la rubia Ravenclaw, se suponía que debían estar en alguna parte del suelo pegado a las raíces de los árboles del bosque – Por lo menos no tenemos clases mañana, tendremos que pasar toda la noche en este lindo y acogedor bosque – ironía, aquel lugar era más escalofriante que su mansión en las peores tormentas de invierno. – Nuestro querido Peverell dice que su sangre sucia favorita lo sedujo, o algo por el estilo, yo estaba en la sala común leyendo cuando escuche la conversación y no dure lo suficiente allí para oírla todo, si no te traería el chisme completo, pero básicamente eso es lo que dijo – se encogió de hombros, no era su culpa que las chicas habladoras no se hubieran dado cuenta de que ella había estado allí en un principio, aunque cuando decidieron hablar de cosas más personales se había retirado a su habitación.

- No veía eso como un acto tuyo, por eso decidí preguntarte antes de imaginarme nada, sé que Peverell es sexy y toda la cosa, pero tú lo odias - dijo el odias haciendo comillas con los dedos, siempre había pensado que su amiga y su compañero de clases terminarían en algún momento enrollados en las sabanas o en algún rincón del castillo y así terminarían con toda esa tensión sexual que siempre llevaban encima cuando se veían.

Sentí como me hervía la sangre de pura rabia cuando Erzsébet me habló sobre el rumor y cómo se había enterado. Maldito sea... ¡Aquel indeseable estaba extendiendo esa VIL mentira por todo Hogwarts! Porque OBVIAMENTE era mentira. ¿Yo, seducirlo? ¡Pero bueno!

- ¡Eso es mentira, Erzi! - protesté en voz alta y entrecerrando los ojos con rabia y asco. - Cuando lo pille pienso desollarlo vivo y hacerme un sombrero de piel de serpiente con su pellejo, oh sí... ¡ya lo verás! Ese imbécil va a saber quién es Kaetara Font... - seguí refunfuñando al tiempo que planeaba múltiples torturas a cada cual más cruel y retorcida con las que ajusticiar al mentiroso de Peverell. Pero mis maléficas maquinaciones fueron interrumpidas por el comentario final de la morena.
Me giré en redondo hasta quedar cara a cara con ella, con los ojos muy abiertos y un ictus en la ceja izquierda.

- Erzsébet Maud Stark,  - comencé con tono dramático. - me ofendes con ese tonito de duda. ¿En qué mundo paralelo a este podría a mí parecerme ''sexy'' William Peverell? ¡¡Por favor!! - resoplé indignada, imitando las comillas de mi amiga con los dedos al pronunciar ''sexy''. ¡Puaj! Me sacudí la ropa desenfadadamente, intentando sacudir de paso los confusos recuerdos de aquella fatídica tarde. - Te contaré lo que realmente pasó ese día. Como te dije una vez, quería probar ese nuevo 'whisky de fuego' que tanto éxito ha tenido, pero como tú estabas ocupada ese día decidí ir sola a Cabeza de Puerco. - empecé a explicar con voz inexpresiva. - Es un cuchitril de mala muerte en el que no esperaba encontrarme a nadie, pero no. Justo cuando la camarera me sirvió el trago apareció esa víbora irritante y maquiavélica de Peverell. -bufé - Me dijo que me invitaba con todo el descaro del mundo, como si fuesemos íntimos. Obviamente me asqueaba su presencia, pero ya me conoces, no podía dejar escapar la ocasión de irritarlo un poco con mis pullas. - Continué encogiéndome de hombros ante mi verdad a medias. - Estaba rarísimo, Erzi. Me miraba como si yo fuera algo comestible, con cara de pervertido. Me dio un poco de miedo ¿sabes? Y mientras tanto yo seguía machacándolo pero no había manera de que se fuese. - puse los ojos en blanco. Estaba exagerando, obviamente. Pero la verdad aún no podía reconocerla ni ante mí misma, menos aún ante mi amiga. - No paraba de pedirme whiskys que yo bebía por puro compromiso, pero ahora me doy cuenta que buscaba aprovecharse de mí. . - Ojos en blanco. - Con decirte que hasta me invitó a su mansión y a que le diera ''clases particulares'' de las asignaturas que se le dieran difíciles, fue vergonzoso. - añadí con vehemencia. Eso era muy cierto, sí señor. - Pero al final pasó lo que tuvo que pasar, obviamente, me harté de sus tonterías e insinuaciones, lo puse en su sitio y nos separamos en el camino. Fin. Eso fue lo que pasó. - concluí con un suspiro resignado y esperando la reacción de mi amiga con algo de intriga. Mientras tanto, en el Bosque Prohibido oscurecía cada vez más deprisa, y cada insignificante ruidito me sobresaltaba y ponía la carne de gallina...

Escucho a su amiga hacer su pataleta, era lo normal, algo hacia el Peverell y la chica de ojos azules lo amenazaba a muerte, inventaba todo tipo de injurias en su contra, decía hasta de lo que el chico y sus descendientes se iban a morir, para luego calmarse, pero aunque Kaetara siempre lo hiciera, a Erzsébet seguía pareciéndole de lo más gracioso y se sorprendía de su vena agresiva, tomando siempre apunte de las cosas que quería hacerle, por si algún día de verdad lo necesitaran y pudiera ayudarla a realizarlo, aunque estaba sumamente segura de que ese día no llegaría.

- Vamos, vamos respira nena – le dice para que no le vaya a dar algo, y su siguiente comentario solo hace que sonría divertida – En ningún momento dije que a ti te parecía sexy, dije que era sexy y que a mí me lo parecía, sabes que no tengo ningún problema en mirar, pero si tu sola te has dado por aludida ya sabrás porqué – escucho toda la historia de su amiga, sabiendo que lo más probable fuera una de las pocas personas en todo el castillo que supiera la verdad de la supuesta seducción de su amiga, y por supuesto era material de chantaje en contra de William.

Claro, la miraba como un comestible y ella no sentía nada… que ciegos eran ese par, su amiga si era exagerada, si estaba borracha o mareada mientras hablaba con el chico que le gustaba dudaba que de verdad le hubiera estado diciendo tantos insultos como ella me quería hacer creer, pero había que dejarla soñar – Solo tú te vas sola a un cuchitril de mala muerte – ella había estado ocupada ese día, pero estaba segura que la rubia agradecía haber estado sola para tener el encuentro con el chico – Cariño, un consejito, no tomes más de un vaso de bebida alcohólica, menos si es algo tan fuerte como el whiskey de fuego, si no estás con alguien de confianza – era uno de los pocos consejos que le había dado su madre algunas vez en la vida, y aunque no se llevaran su madre era experta en consejos que de verdad sirvieran para algo – Le aceptabas las clases pero se las ofrecías en algún rincón del castillo, ya sabes, para más privacidad – le alzo las cejas dos veces pícaramente puro para molestarla, luego vio en el rabillo del ojo los benditos hongos que buscaba, invoco un frasco y los agarro con cuidado para luego guardarlos, regreso su mirada a la lista tachando mentalmente el ingrediente, debía seguir ahora por los bowtruckles.

Me quedé mirando a mi amiga horrorizada cuando afirmó que a ella sí que le parecía ''sexy''. - ¿En serio, Erz? - exclamé resoplando, pero me decanté por no hacer ningún comentario sobre el cuestionable 'sex appeal' de Peverell . Puaj... - Y no me doy por aludida, no seas retorcida. - Ceño fruncido, patada a una piedra.

Permanecí imperturbable, asintiendo con la cabeza y escudriñando el suelo con la luz de mi varita mientras la morena me regañaba y me aconsejaba. Lo hacía con toda la razón del mundo, además, pues lo de aquel día había sido una imprudencia de libro. Una insensatez ejemplar. El tipo de cosas que nunca haría una señorita de bien. El tipo de cosas que yo hacía habitualmente. Sonreí un poco ante este pensamiento... Sonrisa que se encargó de borrar la morena con su último comentario y su pícaro alzamiento de cejas. - ¡Jajaja, qué chispa, Erzi, me parto contigo! - respondí con fingido júbilo para después cambiar radicalmente el gesto y dedicarle una mirada de ''No, no ha tenido gracia ¬¬'' - Dejemos de hablar ya de ese... ESE. Bastante castigo tenemos ya. - Bufido, nueva patada a aquella desdichada piedra.

Me paré a escudriñar de cerca el rugoso tronco de un árbol enorme con la vaga esperanza de encontrar algún bowtruckle allí agazapado. Pero no, allí no había nada a excepción de una gordísima, peluda y repulsiva araña totalmente inmóvil y a la espera de una presa que fuera tan estúpida de no advertir en su burda y primitiva trampa. No sé por qué, pero me recordó a Eléanore.

Cuando me giré, pude ver a Erzsébet recolectando unos hongos. Por su color los reconocí como un ingrediente muy común en clase de Pociones. - ¡Genial! Ya queda menos. - comenté con una amplia sonrisa y un guiño, como si hubiera participado activamente en el hallazgo de los hongos en lugar de andar contemplando arañas. - Oye... ¿Por casualidad has traído cochinillas? He leído que los bowtruckles las adoran, podríamos intentarlo así... - le propuse para nada convencida. Total, iba a ser entretenido ir ofreciendo cochinillas a cada árbol del Bosque Prohibido con la esperanza de que algún bowtruckle saltara encantado de la vida a la bolsa de Erzsébet. Y pensar que me había reído de la estrategía de la araña...