Salón de Té de Madame Pudipié

Hacía una fresca mañana de verano. El sol, jugetón, se iba escondiendo entre las nubes, y el viento ajetreado era tibio y agradable. Las clases todavía no habían comenzado y a Vera le gustaba escaparse por Hogsmeade y visitar algunas de las posadas y tiendas adosadas que se diseminaban por el pueblo. Esta vez, Vera se había decidido por el Salón de Té de Madame Pudipié. Le gustaba tomarse de buena mañana un té templado con galletas de guarnición y leer las últimas noticias de El Profeta.

La profesora Helder se detuvo ante el quiosco que encabezaba la calle principal del pueblo y entró a comprar la edición diaria del periódico. Después se dirigió hacia la posada y pidió un té de frambuesa y unas galletas de chocolate. Se sentó en una de las mesas que daban al ventanal del salón y desdobló el noticiero para echarle un visazo a la portada. Una fotografia en movimiento ocupaba casi toda la cabecera bajo un título que rezaba: "Huelga Muggle sorprende a comunidad mágica". Vera parpadeó un par de veces y, tras consultar la página en la que se encontraba la notícia, abrió el diario y se puso a leer. Nada más empezar, la propietaria del local se acercó para dejarle el pedido encima de la mesa. Vera apartó el diario momentáneamente y miró a la camarera a la vez que le daba las gracias. —Madame, por cierto, ¿ha visto esto? —le dijo señalando el artículo que aún estaba por leer. Pudipié negó con la cabeza y Vera alzó las cejas volviendo a concentrarse en la lectura.

No podía creerse que los muggles estuvieran dando tantos problemas, no entendía qué mosca les había picado y el por qué de tan repentinos pronunciamientos contra la magia. ¿Hacía cuántos siglos que habían convivido en paz y armonía todos juntos, ayudándose mútuamente en múltiples ocasiones? —¡Válgame un dragón! —dijo Vera cogiendo la taza y dando un sorbo. '¿No se dan cuenta de que hay cosas más importantes?' pensó. Para ella era una pérdida de tiempo y una gran despropósito.

Le dio un mordisco a una galleta con aires desencantados. Con el ceño ligeramente fruncido continuó paseandose por las hojas hasta que encontró el artículo de sobre el campo de Queerditch. 'Ya me lo había figurado' pensó Vera. La primera vez que había visto el estadio de Hogwarts lo había relacionando directamente con la fotografía de inauguración que se presentaba en la anterior edición semanal de El Profeta. Volvío a sorber de la taza humeante (menos mal que la había pedido templada) y se enfocó en leer el resto del periódico.

Mientras vera terminaba de leer el periódico, una joven estudiante entró por la puerta. Oyó que pedía un té de frambuesa como ella, hecho que le hizo gracia. Vio como la joven la saludaba, y ante la curiosidad que le había supuesto la suerte de compartir gustos por una misma bebida, la invitó a sentarse en su misma mesa. Quería conocerla un poco mejor.

Aquella chica no dudó en acercarse sonriente y sentarse enfrente de la profesora a la par que saludaba alegremente mencionando su nombre de pila. Extrañada se puso a pensar cuando se había encontrado a aquella joven y se habían presentado. No daba con ese recuerdo, es más, estaba segura de que dicha reminiscencia jamás se había producido. Tal vez lo había escuchado de algunos compañeros de estudios u otro profesor. Negó ligeramente con la cabeza y sonrió a aquella moza. —¡Hola! Señorita... —dijo entonando una pausa transitoria manifestando su desconocimiento del nombre de aquella chica—. Estoy perfectamente, gracias. Algo desconcertada por las noticias de este periódico—. Lo dejó encima de la mesa—. A propósito ¿nos conocemos?

Aquella muchacha parecía muy alegre, además irradiaba esa fuerza que caracteriza a las juventudes. Le pidió el Diario mientras posaba una mano encima, a la espera de que Vera le diera su permiso y atraerlo hacia sí. —Oh, claro. Es todo suyo, yo ya lo he leído. Échele un vistazo y dígame qué opina de según que noticias—. Mientras decía eso pensaba en la protesta de los muggles—. Qué dislate... Dijo en voz baja más como reflexión que como comentario, cogiendo su taza de té y dando otro sorbo de ese líquido, para algunos insípido pero profundamente aromático para la profesora, que aún estaba algo caliente. 'Menos mal que lo pedí tibio, que si no...' volvió a repetirse para sí misma. —Veo que también ha pedido un té de frambuesa... ¿Ha probado el ron de Grosellas? Le perguntó, y le dio otro sorbo a su taza de té.

La joven universitaria se disculpó por dirgirse a Vera por su nombre de pila. Sin embago, la profesora Helder no pretendía ser desagradable y mucho menos disciplente. —¡OH¡ No, no, no, no. No se disculpe, tan sólo me había chocado su conocimiento sobre mi nombre advirtiendo que no la había visto antes, si la memoria no me falla, y así lo estimo —se apresuró a decir negando con las manos a modo de exculpación. A continuación miró la fotografía que la muchacha le señalaba y levantó las cejas; miró a la chica y dijo: —¡Así que es usted la hija de los Slytherin! —dijo sin poder reprimir una sonrisa curiosa y divertida—. Vaya, vaya, entonces... Sí, comprendo el porqué de su sabiduría con respecto a mí. Confío en que hablan bien de mí cuando no tengo posibilidad alguna de defenderme —comentó soltando una risita pícara. La profesora vio en ella un orgullo familiar que reflejaba el mismo sentimiento con el que una Vera más joven se paseaba por las áridas tierras africanas, penetrando en sus orígenes y aprendiendo variantes de las artes mágicas.

—El de cereza no está mal, aunque es demasiado dulce para mi gusto. En cambio, el de grosellas tiene un punto ácido que me encanta. —Abrió más los ojos a la vez que miraba brevemente hacia arriba, enfatizando sus útlimas palabras.

Almeida fue neutral en cuanto a su postura en torno al conflicto muggle, al parecer no le gustaba la política y no estaba muy enterada. —Yo tampoco suelo darle excesiva importancia a los aspectos políticos. No obstante en mi caso, hay ciertos temas que considero deben sopesarse concienzudamente. Asimismo, siempre me gusta estar enterada de los cambios más insignificantes que puedan florecer en nuestra sociedad. —Tronó a sorber su taza de té y se comió el último trozo de galleta que le quedaba en el plato.

La señorita Slytherin era muy positiva. Sus palabras reconfortaron a Vera, pero no la disuadieron de sus conclusiones. —No estoy tan segura, en fin, creo que esto es sólo el principio. Sin embargo espero que tenga usted razón. —Vera tornó a coger su taza y se bebió hasta la última gota de té que quedaba en la misma. —La verdad es que estoy de acuerdo en que no hay fundamentos para una contienda que encuentro innecesaria, pero el mundo ya ha visto alguna que otra pugna cuyos motivos no eran mayores que los que hoy nos formulan. Y sinceramente, no estoy tan segura de que los muggles nos necesiten, por lo poco que he visto, son muy capaces de hacer cosas asombrosas sin necesidad de magia. —le explicó la profesora dando vueltas a la taza sobre su plato.

Almeida se interesó por la asingatura que impartiría en Hogwarts, algo que a Vera le pareció gracioso. Se incorporó en el respaldo de su sitial y le respondió lo siguiente: —Me sorprende que no lo sepa, teniendo en cuenta que sabe mi nombre —le dijo con sorna, aunque sin pretender cometer perversidad alguna—. Yo soy la profesora de pociones. Y dígame, ¿usted qué carrera tiene pensado hacer? —le preguntó curiosa. De esa manera también le preguntaba de forma sutil e indirecta si asistiría a sus clases.

Así que quería ser sanadora. Entonces estaba asegurado que asistiera a Pociones. Esa notícia hizo sonreír a Vera. —¡Vaya! Pues es más que probable que nos veamos en clase, señorita Slytherin. —Se había matriculado en todas las materias, algo que le parecía muy bueno, si se era capaz de sobrellevarlo, pues al fin y al cabo, de esa forma se adquierían conocimientos extra que en un momento dado podrían venir bien. Pero qué iba a decir Vera, que era una entusiasta de las enciclopedias. —Oh, no. No la juzgo, no se preocupe. La entiendo. —Dejó unas monedas encima de la mesa como pago de su consumición. —Así que cazadora estrella, eh... Apunta alto Almeida, sí señor. No dude en que la estaré animando —dijo sonriendo y con una mirada de complicidad—. Pues la verdad es que me parece maravilloso, un deporte tan flamante como el Queerditch cuyo primer estadio se haya construido aquí, en Hogwarts. Es realmente fascinante. Desde luego, creo que eso un deporte que aspira a ser olímpico. Sería maravilloso, ¿No cree?

Vera miró el reloj de la pared y ya estaba acercándose el mediodía y antes del almuerzo quería hacer unas pocas compras por el callejón Diagón. —Vaya, se ha hecho un poco tarde, yo debería ir retirándome, quería hacer unos recados antes de la comida. —Añadió unas monedas a la mesa pagando el pedido de la señorita Slytherin—. Tome, la invito. Y no se le ocurra negarse —le advirtió tornando el semblante serio. Se levantó de su silla e indicó a Madame Pudipié las monedas encima de la mesa. La saludó con una mano a modo de despedida y se dirigió a Almeida de nuevo: —Bueno, espero que tenga un buen día. Nos veremos por el castillo. ¡Hasta luego, señorita Slytherin! —le sonrió y antes de dar media vuelta hacia la puerta hizo un ademán con la mano.

OOR: Como dijeron que nos diéramos prisa para cerrar los roles que quedaban en los temas de los post-it, creo que sería buen momento para acabar este encuentro. Pero hay que repetir!!!!! ^^ Nos vemos de nuevo on rol! :D :D :D

La profesora Vera me caía muy bien, y le gustaba el deporte eso era genial, no había mejor actividad para sacar estres y frustración que volar en escoba así que este deporte prometía ser buenisímo... Vi levantarse a la profesora y a ofrecerse a pagar mi consumo cosa que solo le permitía a Adam, me quedé seria pero al final acepte. -Gracias profesora, que este bien, nos veremos en el castillo.- Termine mi té me levante y me retire.

Gracias profesora fue un placer rolear con usted, nos veremos en clases y en otros roles por supuesto.