Biblioteca

Mi primer impulso fue llevarme la mano rápidamente al bolsillo de la túnica y sacar mi varita, apuntándola. Me debatí durante unos segundos con las ganas de lanzarle un furnúnculus de los que harían historia, pero al cabo de unos segundos de reflexión, me contuve y la bajé. Aquel no era ni el lugar ni el momento, pues la bibliotecaria pasaría por allí de un momento a otro.

Sonreí con fiereza mientras la miraba. - Y seguro que tú le creíste cada palabra, ¿Verdad, Elie? - respondí burlona, imitando el tonito de niña lela y el diminutivo que empleaba su amiguita del alma.  - Una vez más haciendo gala de tu retraso, porque al fin y al cabo Peverell es mundialmente conocido por su honestidad y su abrumadora sinceridad. - proseguí con frío sarcasmo.

Iba a matarlo. Oh, sí. Aquel estúpido podía darlo por sentado...

- No voy a discutir una palabra más sobre ese día, solo te diré que si la capa de mugre de aquel cuchitril hablara, a más de una víbora Slytherin se le caería un mito. - Que pensara y lo tomara por donde quisiera, bien poco me daba. El motivo de mi indignación estaba más enfocada a la falta absoluta de vergüenza de aquel idiota. Ya tenía sobrada constancia de su hipocresía, pero nunca me había salpicado de aquel modo. Sacudí la cabeza, mi humor se había agriado bastante con este giro de la conversación y me conocía lo suficiente como para saber que no saldría nada bueno de seguir hablando con Perrault. Debía calmarme, aún era pronto para sacar la artillería pesada. - Se ha hecho tarde, querida. Ya nos veremos en clase. - concluí con un guiño mientras agarraba mi libro y me disponía a salir de allí. Tenía muchas cosas en las que pensar...