Mazmorras

Una mañana más que pasó llena de aburrimiento, realmente no había nada que hacer por aquí. Cerré mi libro con fuerza y lo guardé en mi baúl. Me decidí a dar un paseo, todavía faltaban unas horas para la comida y ya me estaba dando hambre. Estaba considerando seriamente bajar a la cocina por algo... Me paré decidida y me vestí lentamente, me acerqué al baño para dar retoques a mi maquillaje y cabello y baje rápidamente las escaleras.

Saludé a varios de mis compañeros con una sonrisa, a algunos sincera y a otros hipócrita, y finalmente salí de la sala común. Iba pensando en mis cosas y sin darme cuenta, había llegado al vestíbulo. Tranquilamente baje las escaleras hacia las mazmorras y me encontré con el famoso cuadro de las frutas. Hice lo que tenía que hacer y entré silenciosamente a la cocina.

Los elfos rápidamente se me acercaron para preguntarme qué quería de comida, les pedí algo sencillo para llevar y regresaron con un pequeño muffin cubierto de chocolate. Les sonreí en agradecimiento y salí, disfrutando de mi aperitivo. Decidí caminar un rato por las mazmorras, en dónde era menos probable que me encontrara con alguien indeseado.

Terminé mi muffin y seguí caminando por los pasillos hasta que vi a un hombre a lo lejos, no pude reconocerlo al principio, pero luego vi la clara figura de William Peverell, no tenía una opinión muy clara sobre él, pero no me desagradaba. Cuando nos acercamos más me saludó con voz dormida. -Vaya William, pero que cara traes...- me reí burlonamente. -¿Pues qué hiciste ayer?- le pregunté curiosa.

Estaba esperando la respuesta de William cuando escuché unos pasos seguros acercándose a nosotros, giré la cabeza para encontrarme con Helena, una de mis pocas amigas de confianza en el castillo. Le sonreí y me acerqué para darle un beso en la mejilla. -¿Qué tal, Helena?- sonreí satisfecha al escuchar que ella también se burlaba discretamente de la cara que traía Peverell.

Podía notar su incomodidad al estar con las dos al mismo tiempo, supongo que tenía que ver con su estado físico, que se veía más desaliñado y cansado que nunca. Noté que después de responder a Helena se quedaba pensando por un momento, tal vez recordando lo que había echo el día anterior, esperé pacientemente a que empezara a hablar.

-¿Ah sí? Deleitanos por favor, William.- le pedí calmadamente, realmente me daba muchísima curiosidad saber que carajos había hecho para encontrarse así, y no había cosa que me emocionara más y me sacara de mi aburrimiento que un buen chisme, nunca podía desperdiciar de escuchar cualquier cosa, sobretodo si después podía usarlo para mi beneficio de alguna manera.

William comenzó a contar su historia después de pensar un rato y en cuanto mencionó el nombre de Font no pude evitar girar los ojos. Escuché atentamente cada detalle de la historia, fijándome en todas las expresiones que hacía con la cara. No me creí mucho eso de que no quiso ser grosero, sabía perfectamente que el solo era caballeroso cuando le convenía y él sabía que yo sabía eso sobre él, por lo cual su explicación no tenía sentido y no veía la razón por la cual le convenía ser caballeroso con la tipa esa.

Sonreí con satisfacción al escuchar que Kaetara quería que algo pasara entre ellos, vaya, vaya, ¿no que detestaba con su alma a las serpientes? Y me reí aún más cuando supe que se le habían pasado las copas. Aún así había un gran hueco en su historia. Porque cuando William quería a alguien fuera de su vista, lo lograba. Y no tenía sentido el que se hubiera tomado tantos whiskys para alejarla. ¿Será que el disfrutaba de la compañía de Kaetara? El pensamiento sonaba muy loco en mi cabeza, pero Peverell era impredecible.

-Vaya, y saber lo mucho que Font detesta a las serpientes. ¿Quién iba a pensar que andaría detrás de una?- me reí levemente. Decidí aprovecharme de su versión extraña de las cosas para molestarlo un poco. -¿No será que estuvieras disfrutando de su compañía?- solté una risa burlona, sabiendo que semejante cosa era imposible, pero valía la pena desesperarlo en el estado en el que estaba.

William me miró y respondió sarcásticamente. -Vaya, y que casualidad que te hayas quitado el aburrimiento con ella...- le sonreí. -Pero está bien, te creeré, no veo ninguna razón por la cual quisieras pasar tiempo con ésa.- lo dije más para convencerme a mi misma, seguía pareciéndome raro todo el asunto, pero no encontraba algo coherente que lo explicara. No pude evitar girar los ojos ante su coqueteo con Helena, en serio ese chico era incontrolable.

Noté su prisa por terminar todo el asunto de la noche anterior, e iba a comentar algo pero justo sacó el tema de Almeida y me reí. -Si no es con una, es con otra, ¿verdad, Peverell?- le sonreí burlonamente. -Bueno, pues no es de tu incumbencia donde está, y me parece que ya va siendo hora de que te busques a alguna soltera para ligar, y dejes en paz a Almeida.- le dije seriamente, para que entendiera el punto.

Tal vez no me molestaría tanto el asunto si Almeida estuviera totalmente entregada a Adam, entonces William solo sería un pobre tonto detrás de ella, pero el problema era que ella si tenía una cierta atracción hacia él, y si él no dejaba de molestarla y coquetearle, ella nada más se confundiría más con sus encantos. Digo, en cierta parte también era culpa de Alme, pero el no ayudaba en nada.