001 Lago - Primer encuentro ft.Helena Ravenclaw

Tenía la esperanza de que fuera un día normal y no me metiera en ninguna riña o problema, suficiente tenía con lo que había pasado en el corredor hace unos días con el pequeño león ladrón. Sin duda no estaba de humor para que me arruinaran de nuevo el día, hoy se trataba de mí, en realidad como era de costumbre. Decidí no asistir a mi última clase, nunca me había gustado los estudios muggles, yo tenía bien claro quiénes eran y su posición en nuestro mundo, no necesitaba que una mujer común y corriente me dijera lo que debía saber de ellos, por ese motivo en vez de ir directo al aula, tome uno de los pasillos alternos y me encamine a las afueras del castillo.

El sol aún estaba presente, pero ya no radiaba energía, en pocas horas este se ocultaría y sería una noche calurosa como de costumbre en los veranos de esta parte de Europa. Camine por el terreno fresco y fructífero en esta etapa del año, algunos cuantos alumnos se retiraban de los terrenos, haciendo de este un ligar algo desolado. Finalmente llegue a las orillas del lago, el cual siempre me había parecido algo fascinante. Miro directamente sus aguas para luego sentarme al lado de un pequeño árbol. Cerré los ojos por un momento recordando las mismas veces que había venido a este lugar, claro con diferentes motivos en realidad. Esta era una oportunidad en la que la dedicaba solo para pensar en mí y lo que quería hacer con mi vida.

Mis ojos se abrieron rápidamente, mi cuerpo reacciono al instante al escuchar un crujido de rama a pocos metros donde me encontraba, mi cuerpo giro unos grados para ver de quien se trataba. Una joven de cabello oscuro lacio, de una silueta delgada y de una mirada algo altanera caminaba cerca. Se trataba nada más ni nada menos de la hija de Rowena. Helena Ravenclaw. Sonreí para mí mismo y me senté recogiendo las piernas y mirando su ubicación.

- No se supone que una alumna tan ejemplar como tu debería de estar en primera fila de su clase? Que haces por aquí? Ten cuidado o mama puede molestarse.

Dije elevando un poco mi voz, sin denotar ningún sentimiento en particular más que burla y sarcasmo.

Escuché las palabras de la consentida águila y solo pude soltar una pequeña carcajada, pero al mismo tiempo me percaté de que Helena estaba ya molesta por algo, normalmente no era tan efusiva al responder. El joven serpiente se preguntó a si mismo si es que sería él, el que terminaría por malograr el día de la muchacha sin suerte. Observé cómo se sentaba sobre una roca con gran agilidad pero algo tensa, sin más que decir me dio la espalda y siguió con su rutina de lectura. A lo mejor sería otro libro aburrido de romanticismo, esos que a las mujeres les gustaba tanto leer.

Rápidamente me puse de pie, antes de dar un paso me puse a analizar la situación, en realidad valdría la pena ir y asegurarme una discusión con Helena, o ignorarla y seguir con lo mío. Al cabo de unos cuantos segundos, mi curiosidad por saber lo que le estaba sucediendo fue más fuerte por lo que me puse en marcha hacia donde se encontraba. – No deberías darle la espalda a las personas, acaso no te han enseñado ser amable con los demás – Le dije mientras me acercaba a ella por detrás. Cuando estuve muy cerca a su espalda, me acerque lentamente a su oído y en un susurro le dije: “Créeme que si fuera tu niñera, serias tú la que no se despegaría de mi”. Rápidamente me aparte de su lado, ya que veía venir su reacción ante mi cercanía a ella. Una ligera risa y luego me la bordee para ponerme frente a suyo, mirándola con una sonrisa malévola de lado, mirándola y examinando lo que llevaba puesto. – Venga no me vas a dar un beso cordial de saludo?, donde están sus modales señorita Ravenclaw.

La reacción de James fue tan rápida que Helena solo pudo dar dos pasos, la mano de James ahora apretaba con algo de presión el brazo de la frágil águila, los ojos azules encantadores ahora se tornaban perdidos en algo de rabia. James no podía concebir que alguien lo tratase así, que le hablaran así. El pensar en eso hizo que se pusiera más furioso y la presión en su brazo se intensificara. Con un pequeño movimiento hizo que ella regresara hasta donde estaba el, algo tosco pero muy efectivo. – Con quien crees que estás hablando, a mí no me puedes tratar como a cualquier sangre sucia que ves diariamente. – Le dijo mientras la soltaba y notaba que su brazo blanco ahora estaba cambiando de color.

Fue en ese instante que me di cuenta de lo que había hecho, pero no podía retractarme, no podía hacer más nada, mi rabia fue calmándose un poco y volví a darle una sonrisa. –Sera mejor que te eches algo ahí si no quieres que se ponga morado, espero sepas tratar mejor a personas como yo, venga cambia de cara ya – le dije mientras mis dedos rozaban suavemente su piel, lo cual hizo que sintiera algo raro en mí, moví la cabeza y nuevamente la mire a los ojos de una forma burlona.

Desde muy joven mi personalidad había sido la misma, muy impulsivo, muy agresivo y muy posesivo. Estaba acostumbrado a tener lo que lo que quería en la palma de mi mano sin tener que trabajar mucho para lograrlo. Mi vida desde muy joven había sido muy intensa. Como toda persona había pasado por buenos y malos momentos, pero era el tipo de joven que no olvidaba lo malo, lo sentía dentro de mí y lo convertía en una sed de venganza, era por eso que actuaba muy violento muchas veces. Hasta ese día nunca lo había hecho con una mujer, lo cual en realidad me sorprendió mucho. Más aun al escuchar las palabras que me decía Helena y el tono en que lo hacía. Mi mente divago por unos instantes, había cometido una gran estupidez y lo peor de todo es lo que no era consciente plenamente de ello.

No puedo negar que sentí algo de placer al escuchar sus gritos para que la liberara, era ese tipo de comportamiento que hacían que actuara de forma más agresiva, pero lo que no me esperaba era lo que vino después, la forma en que me dijo que no creía que yo era capaz de algo así y que sería mejor si se fuera a su sala común, su voz, las palabras y el sentimiento como lo dijo, hicieron que una gran culpa se sintiera en mí, algo que rara vez pasaba en mí. No importo que me hubiera dado una bofetada de gran fuerza, era la primera vez que un golpe así no activara rabia en mi, al contrario hasta cierto punto sentí algo de placer. Al ver que nuevamente se alejaba de mí, pero esta vez de una forma diferente no pude contenerme y corrí hacia ella. Me puse delante de ella pero esta vez sin tocarla, es más puse mis brazos en el aire simulando que no la tocaría mas ya que miraba la reacción que ponía al verme frente a ella. – No te vayas Helena, admito que fue algo descortés de mi parte, pero es tu culpa por tratarme así, espero eso sirva de lección para que lo hagas de nuevo – Acto seguido saque mi varita de una forma tan rápida que ni se percató hasta que estuvo delante de ella, al ver su cara de asombro, nuevamente levanto las manos en señal de que no le haría más daño, una pequeña luz salió de la varita e hizo que el moretón que ahora se tornaba algo escarlata desapareciera, junto al dolor con él. – Repito no fue mi intención hacerte daño, pero a veces no puedo controlarlo.

Levante la mirada a sus ojos y me quedé  mirándolos por unos instantes, sin saber que decir o hacer. Luego la conciencia vino de nuevo a mil y sacudí mi cabeza y mi tradicional mirada regreso. – Ahora si quieres puedes irte o a lo mejor quieres quedarte y decirme que es lo que lees – Le dijo de una forma más tranquila pero aun sonaba un poco pedante, me senté en la roca que era amplia y le hice un ademán para que se sentara a mi lado – Vamos, no me vas a decir que ahora me tienes miedo, no te veo como los demás sabes – le dijo mientras hacía espacio para que la joven águila se sentara a su lado, por alguna extraña razón este atardecer se tornaba el mejor que había tenido en años.

- Bueno, ya olvida lo que paso, no es sano que tengas esa ira por mucho tiempo, además solo fue un leve golpe, mas nada – Le dijo sin pensarlo, no me gustaba que me juzgaran una y otra vez por lo mismo. Me estaba dando una oportunidad a conocerla mejor y eso debería de ser sufriente para ella. Miro de lado cuando se sentó en el borde de la piedra, con miedo o sin miedo estaba resultando algo difícil de llamar su completa atención y eso era algo que no podía permitir. Normalmente todas las jóvenes brujas caían rendidas ante mí, y por eso mismo, por ser ella la excepción, es que la idea de pasar más tiempo con ella me atraía cada vez más.


Lentamente me acerque a su lado, algo nervioso ya que era la primera vez que una mujer se comportara así de indiferente conmigo, además no sabía que hacer o que decir. – Me vas a decir por que estabas ya molesta cuando te vi? Algún problema en el paraíso? – Le dije sin usar ironía ni nada, era solo una pregunta sencilla, aunque la segunda si tenía un poco de picardía. No podía entender por qué una joven tan bella como ella, y con tanto poder por ser hija de Rowena, pudiera lucir tan triste y enfurecida a la vez. Aunque por un lado entendía lo que era ser la sombre de tus padres, lo mismo me pasaba con mi padre. A pesar de que me dio de todo, siempre fui simplemente su sombre en todos los eventos a los que me llevaba, y en eso en realidad puede llegar a ser muy molestoso, el que te vean por como piensas que eres mas no como eres en realidad. – Si no deseas hablar de eso, no hay problema, pero eventualmente vas a tener que dirigirme la palabra o mirarme a los ojos, si no seguiré viniendo por ti. – Le dije con un tono algo coqueto, algo que no sabía en realidad como hacerlo bien del todo, en mi parecer en este momento estaba luciendo como un completo idiota.

Sonreí y una leve risa solté al escuchar sus últimas palabras, sus palabras decían una cosa muy diferente a su comportamiento en estos momentos, decía en otras palabras que me odiaba, que no quería saber nada de mí, sin embargo ahí estaba a tan pocos centímetros de mí. Sintiéndose algo nerviosa e impaciente, algo que me motivaba aun más. Ahora que estaba más cerca podía oler su aroma, era algo único, podía sentir su cabello rosar mi hombro gracias al poco viento que hacía y podía ver más de cerca esa piel tan blanca como la nieve. Mi corazón empezó a latir un poco más fuerte y no entendía por que, el poder percibir tantas cosas de ella a la vez activo algo en mí, algo que aún no lo veía claramente. – No me conoces si piensas que me rendiré tan fácilmente, además eres la única joven que se ve interesante, toma el cumplido o déjalo pero créeme cuando te digo que no pienso rendirme ni un solo instante – Acerque mi cabeza buscando su mirada, hasta que al fin no le quedo de otra y nuestras miradas se juntaron, mis ojos se clavaron directamente en ella, tanto que podía ver el atardecer a través de sus ojos. Por un instante todo se detuvo, no había más nada que solo esa mirada, su mirada que entraba en mi interior. – Tienes unos ojos muy bellos – Dije lentamente sin pensar más, me había dejado perder en su mirada, ya no había vuelta atrás, con cada segundo que pasaba me sentía más perdido en ella.


Y fue en ese momento que los recuerdos llegaron como un cuchillo filudo contra el hielo, era un frio invierno 10 años atrás, la mansión estaba sola y húmeda como de costumbre. Un pequeño James estaba de pie con los ojos perdidos, mirando a su madre quien yacía en el piso, el cual se llenaba poco a poco de un color rojo intenso que brotaba del cuerpo de Carlotta. Ahora el tiempo retrocedía un poco y las imágenes en la mente eran cuando Carlotta abrigaba a James bajo unas colchas y le decía lo mucho que le amaba. Al cabo de unos segundos reaccione y regrese a los ojos de Helena, aunque ahora me sentía congelado, regrese a mi posición anterior y me quede mirando al último rastro del sol, el cual acaba de ocultarse por completo.

Los pensamientos fueron desapareciendo poco a poco y los últimos recuerdos que tenia de mi madre volvían a guardarse en lo muy profundo de mi memoria, no era algo placentero por revivir. Volviendo a la realidad, me había dado cuenta que Helena lo había notado, ella no era como las demás jóvenes estúpidas, ella era muy inteligente y también podía ser muy persuasiva. Pero los juegos mentales de las mujeres no hacían efecto en mi, al menos hasta ahora no lo habían hecho. Mi voz volvió a sonar firme como de costumbre - Nada que sea de tu incumbencia, por que no mejor me dices que estas leyendo... venga quiero ver - Le dije en lo que me acercaba y le quitaba el libro de la mano y lo ponía delante de mi. - Lectura ligera por lo que veo eh- Pasaba las hojas rápidamente sin importarme nada de lo que veía en realidad, era algo aburrido, aventé el libro a un lado y me voltee a ella - Menos mal no era una enciclopedia, o ya hubiera hecho un hueco en el pasto, entonces el sol esta oculto, alguna idea de lo que podamos hacer, por que yo tengo muchas en mente....

Dije lo ultimo con algo de picardia en lo que me acercaba un poco mas a ella, y sentía la piel de su brazo algo fría, algo que me gusto mucho. Pero no decidí hacer nada, si ella tenia frió me podía pedir que le de mi abrigo, a lo mejor lo consideraría, por ahora solo quería pasar mas tiempo con ella, la encontraba muy interesante como para dejarla ir en una noche que se había tornado mas que interesante.