mT01: Banquete de Bienvenida

La explosión tuvo éxito, el camino de la venganza estaba libre. Mientras se despejaba el polvo y humo, la multitud muggle se aproximó a la entrada al comedor.

-Traigan a las mujeres -dijo una voz seca, al fondo. Unos cuantos hombres colocaron al frente del grupo a Rowena Ravenclaw y a Helga Hufflepuff. Ambas tenían las manos atadas con un trozo de soga en la espalda y un pañuelo en la boca les impedía hablar.

La multitud avanzó, haciéndolas ir al frente. No pudieron tener la vista despejada ni un segundo cuando docena de luces de hechizos salió disparada desde el comedor. Algunos cayeron en el proceso, otros retrocedieron. Cuatro muggles lograron pasar la barrera de hechizos y entraron a la habitación. Intentando agarrar a cualquier mago que les fuera posible y lastimarlo, vengarse.

Helga dio media vuelta después de avisar a Salazar de la inminente invasión al castillo. Slytherin sintió cómo le hervía la sangre que corría por sus venas del enojo que sentía. Hacía tiempo que tenía la idea en la cabeza de que los muggles eran otra especie distinta a la de los magos, una especie inferior y cada vez más se convencía de esa idea.

Salió directo al Gran Comedor. Bajaba las escaleras de mármol que daban al vestíbulo cuando vio a la multitud de muggles ocultos tras un muro. Vio pólvora esparcida frente a las puertas, y en el momento en que lanzaban la antorcha prendida, se ocultó detrás de una pared de piedra justo a tiempo para evitar los residuos que salieron disparados por todas direcciones.

Rápidamente, con la varita lista en mano, bajó el resto de las escaleras y lanzó hechizo tras hechizo a los atacantes, con la intención de dejarlos a todos inconscientes -¡Desmaius!

Tras acertar a varios hechizos aturdidores, desamarró las ataduras de las profesores Ravenclaw y Hufflepuff y entró al gran comedor justo en el momento en el que el último muggle caía inconsciente al piso. Vio a varios alumnos heridos y sin perder tiempo, lanzó un potente hechizo al gran comedor, dejando a los alumnos y profesores heridos en un sueño profundo, incluyendo a Godric Gryffindor.

Con la ayuda de las profesoras, los llevó a la enfermería, formando una caravana de cuerpos inconscientes que desfilaban por pasillos del castillo.

Acaba de ver a William tirado junto a la mesa de Slytherin corrí hasta él -Will, por fin te encuentro, ¿como estas?- no me había percatado de que estaba herido, cuando lo hice sucedio algo inesperado unos muggles se acercarón a las niñas que estaban agazapadas en un rincón e intentarón lastimarlas, le di un beso en la mejilla a William esperando no se diera cuenta pues estaba semi-inconsiente, me pare delante de los pequeños e hice frente a los hombres aquello, levante mi varita y pronuncie... ¡Petrificus totallus! Tras repetir el hechizo y aturdir a varios de los atacantes puse a salvo a aquellos niños y camine hacia la gran puerta para ver si podía ayudar en algo a mi padre. -Pdre por fin teencuentro...- le dije mientras lo abrazaba, - ¿Qué más puedo hacer?-

¿Qué estaba pasando? Estaba totalmente aturdida. Era incapaz de ver más allá de mi propio brazo a causa de la espesa humareda. Mi brazo, sí... Mi brazo sin varita. ¿Dónde estaba mi varita? Seguí palpando el suelo con urgencia, a pesar del constante zumbido de mis oídos que amenazaba con arrastrarme a la inconsciencia.

Los gritos aumentaban en volumen e intensidad a ambos lados del Gran Comedor, hallándome yo en medio, y en conjunto con el incesante zumbido creí que me volvería loca. Los hechizos volaban sobre mi cabeza, al igual que las flechas y demás proyectiles muggles, pero yo era incapaz de ponerme en pie... ¿a qué se debía esta debilidad? Al fin, mis torpes manos hallaron en el suelo un objeto que vagamente reconocí como mi varita. La polvareda se disipaba, pero a pesar de ello era incapaz de enfocar la mirada en un punto en concreto.

Intenté levantarme, si seguía en plena trayectoria de ambos bandos podía darme por muerta, pero mis piernas no parecían querer colaborar... Tosí con fuerza llevándome la mano a la boca, siendo mi sorpresa mayúscula al comprobar que quedaban restos de sangre en ella. Alarmada, intenté despejar mi nublada mente para descubrir el foco de aquella misteriosa hemorragia.

Bastó una rápida ojeada para ello... y pareció que el dolor estaba ahí, agazapado y esperando a ser descubierto para atacar con toda la fiereza posible. Gemí y apreté los dientes conteniendo las lágrimas. De mi vientre sobresalía un enorme trozo de la dinamitada puerta, y un gran charco de sangre en el suelo marcaba mi posición. En mi desvarío pensé que parecía una diana que invitaba a que alguien viniera y rematara la faena.

Pero de pronto el caos se detuvo, y mi último pensamiento racional antes de rendirme a la negrura lo dediqué a mi familia y a las terribles consecuencias que este ataque tendría.

Todo había pasado tan rápido, la estación había hecho que varios alumnos salieran disparados por todos lados, algunos muy gravemente heridos y otros de pie lanzando hechizos a diestra y siniestra, todo era una caos. Felizmente nada me había pasado en la explosión, con varita en mano pude defenderme de lo que venía, sentía tanta furia e irá al ver como esos asquerosos muggles se atrevían a entrar a nuestro castillo, a hacer daño de tal magnitud a gente superior a ellos, la irá incremente en mi y con la varita aferrada en mano empece a lanzar hechizos contra los muggles, tenía mucha sed de venganza. Aunque era algo difícil por que había mucha gente gritando y corriendo de un lado a otro. Al fin pude tener una visión más clara de nuestros atacantes, levanté la varita bien alto - Desmaius -una luz roja salió de mi varita volando a gran velocidad contra el muggle que había divisado.

De pronto mi mente regreso a mi primer propósito y fue en ese momento en que la vi, estaba en el suelo sangrando y a punto de perder conciencia. Fui corriendo al lado de Helena y empuje a unos cuantos alumnos que me estorbaban. Cuando llego a su lado deje caer la carita y ambos brazos se dedicaron a coger su frágil cuerpo, la more en lo que poco a poco se dormía. - Tranquila, nada malo te va a pasar ahora - le susurre despacio mientras la cargaba en mis brazos, voltee la mirada y todo seguía en caos, la irá de matarlos a todos entro en mi, pero lo que le preocupaba más es que Helena estuviera a salvo, así que con mucho cuidado, la lleve lentamente fuera del comedor, camino a la enfermería.

Vera, conmocionada, se encontraba estirada en el suelo, al lado de una de las grandes mesas con un brazo sobre el banco. Su visión estaba nublada y mientras tomaba conciencia de lo que había sucedido sintió de nuevo un fuerte dolor a la altura de las costillas. Se intentó incorporar, pero cada vez procuraba levantarse, el dolor se tornaba más punzante e insoportable. La profesora Helder respiró hondo, pero incluso eso le era  costoso. Volteó la cabeza para mirar su torso y descubrió una astilla de considerable tamaño que se alzaba altiva diez centímetros por encima de la perforación. HIzo ademán de extirparse el trozo de madera, pero recordó que en ciertos casos, la hemorragia podría ser mortal. Prefería esperar a que alguien la antendiera. No obstante, ese pensamiento se esfumó como el humo que desprende una cerilla al apagarse. Miró hacia atrás y vio a las dos fundadoras de Hogwarts retenidas contra su voluntad, maniatadas y amenazadas.

Cerró los ojos con fuerza para después abrirlos de nuevo y ver que dos metros más hacia arriba, la muchacha de Ravenclaw que había seguido a Shantal buscaba ansiosa algo en el suelo. Bajo ella se extendía un charco de sangre. Quiso ir en su ayuda, pero sus escasas fuerzas y limitados movimientos no la dejaban acercarse. Por otra parte, había perdido de vista su varita. —¡Ayuden a esa joven! —dijo con voz endeble e intentando señalarla con la mano.

De repente, una nube de luz inundó la sala. Los hechizos pasaban por encima de ella, dándole esperanzas de que todo terminara cuanto antes. Lo último que recordó hacer antes de perder la consciencia y sumirse en un profundo sueño fue repasar mentalmente el giro de los acontecimientos más recientes, y en última instancia, los conjuros y hechizos que identificaba en el aire; como una cuenta atrás antes del más absoluto abismo.

Todo fue un desastre, de repente el humo y el polvo estaba por todos lados y los oídos le pitaban, vio a los muggles entrar con las profesoras atrapadas y a muchos de sus compañeros caer heridos, al voltear a donde Fazio vio al chico tendido en el suelo y de inmediato se acercó a él para intentar ayudarlo sin demasiado éxito, por lo que se levantó para tratar de por lo menos protegerlo junto a un par de chicos más de años menores que habían cerca, mientras todo se calmaba y el profesor Slytherin ayudaba a todos. Se levantó y se colocó al lado del chico alzando su varita y atacando a un par de atacantes que estaban cerca, para poder alejarlos de donde ellos estaban – Expelliarmus! -. Al lanzarlo vio que muchos otros habían optado por hacer lo mismo que ella, o simplemente estaban inconscientes en el suelo, ¿Por qué los habían atacado si ellos no habían hecho daño alguno?

Tenía un horrible pito en los oídos, la explosión había sido demasiado fuerte y lo había dejado muy aturdido, sentía dolores en todo su cuerpo por el impacto que había dado contra el piso pero nada que no pudiera aguantar, tosió un par de veces al sentir el polvo en su garganta que le raspaba y hacia que le doliera, ¿Dónde estaba Fazio? ¿y Kaetara? ¿Alguno de los chicos habían salidos heridos?, tenía intenciones de levantarse para ver si los conseguia y ayudar, pero tenía la mente embotada y se le nublaban los ojos y no podía coordinar su cuerpo para que atacaran la orden de levantarse.

Hizo un esfuerzo y movió una de las piernas, pero al intentar mover la otra sintió un dolor atroz y cuando miro sus extremidades solo pudo ver un inmenso pedazo de madera de la puerta clavado en su muslo derecho, estaba completamente rodeado de sangre y se fijó que se comenzaba a formar un charco debajo de él, la visión de su propia pierna herida junto a su sangre y el cansancio que comenzaba a sentir junto al dolor termino de dejarlo shockeado y en menos de un minuto ya estaba desmayado en el suelo.

Cuando estuvo segura de que ya había terminado de explotar todo se levantó de inmediato aliviada de que no le hubiera caído nada a ella, dio una mirada a su alrededor pues había sido rodada del lugar donde había estado sentada y entre el polvo y el humo pudo distinguir a Athalia la cual estaba ya desmayada en el suelo, siguió buscando, caminando tratando de calmar a alguno de los menores y logró distinguir a Drystan también en el mismo estado y no demasiado lejos a Kaetara en un charco de sangre, respiro profundo y siguió tratando de detallar a los que estaban inconscientes para ver si los conocía mientras escuchaba a varios lanzar hechizos y tratar de herir a los atacantes al momento que entraba el fundador de su casa.

Un alivio la atravesó al ver que los fundadores que seguían despiertos tomaban la acción de la noche y por fin alzo su varita para ayudar terminar de sacar a sus atacantes del comedor del castillo - ¡Impedimenta!

Mi padre me pidio que ayudara con los heridos y si veía a algún muggle lo atacara con cualquier hechizo que se vinier a mi mente... Corrí hacia donde William y ahí estaba él tirado, indefenso y herido, cuando me hallaba a unos cuantos pasos un par de muggles que se recuperaban de el hechizo intentaron dañarlo, levante mi varita y lance el primer hechizo qque se vino a mi mente... Sectusempra corrí hasta William sin voltear a ver si había acertado, mi padre hizo levitar su cuerpo como el del resto de los heridos y me decidí a buscar a Eléanore.
La encontre junto a Patrick cerca de la mesa de Revenclaw, fui hacia ella para ver como estaba. -Eléanore ¿cómo te encuentras?, ¿No te pasó nada?-. Mientras hablaba con mi amiga buscaba a Alex ¿dónde es que se había metido?, ¿se encontraría bien?…

Cuando aparecieron Helga y Rowena maniatadas por los muggles en el Gran Comedor después de la explosión me quedé absolutamente estupefacto... ¿Era esto real? ¿Desde cuándo estábamos en guerra abierta contra los muggles?
El espeso humo me hacía toser y me impedía buscar con la mirada a Gael, sentía un nudo en el estómago de pura angustia e impotencia...
Coleen parecía estar perfectamente, se acercó a mi posición e hizo el amago de ayudarme a levantar. - No te preocupes por mí, estoy bien. - contesté a la chica disimulando el dolor lo mejor que podía. - ¿Puedes ver a mi hermano, Coleen? - pregunté angustiado, olvidando por un momento todas las diferencias entre nosotros.
Justo en ese momento unos muggles en actitud claramente hostil se aproximaban a nosotros armados con lanzas y espadas. - ¡Cuidado, Coleen! - grité mientras me llevaba inconscientemente la mano al bolsillo de la túnica... hasta que un nuevo y terrible latigazo de puro dolor me recorrió el brazo y me hizo apretar los dientes para no gritar, lo que me hizo recordar que tenía el brazo literalmente destrozado y lleno de pequeñas incrustaciones filosas fruto de la explosión... La angustia creció cuando vi que Coleen fallaba en su intento de detener a los muggles y que estos seguían avanzando hacia nosotros. Con un esfuerzo sobrehumano me levanté y me posicioné al lado de la pequeña Hamilton, y haciendo caso omiso al dolor abrumador y al hecho de que cada vez me costaba más enfocar la vista, alcé la varita y apunté con ella a los muggles... Pero de pronto una voz conocida bramó un poderoso desmaius y todos los muggles cayeron desplomados al suelo. Suspiré aliviado, pues me encontraba demasiado débil y mareado, sinceramente no me creía con fuerzas de realizar hechizo alguno en tales circunstancias...
No pude evitar que se me doblaran las rodillas a causa de un súbito cansancio, y agarrándome a Coleen con toda la fuerza posible dirigí la mirada a la mesa Ravenclaw donde esperaba encontrar a mi hermano sano y salvo... pero la fatiga me venció y caí desmayado al suelo.