mT01: Banquete de Bienvenida

Mesa de Slytherin | William, Almeida, Athalia, Erzsébet, Drystan, Alexandra |  Libre

Nada más llegar al castillo me dirigí a la sala común de Rawenclaw. Fue extraño no bajar a las mazmorras, pero me resultó una estancia muy acogedora. Me dirigí a la habitación, dejé mi baúl y me tumbé en la cama. Estaba encantada de haber dejado la mansión familiar, con mi infernal madre en ella, ya que mi padre, como siempre, estaba de viaje. La semana que mi hermano Erik me invitó a su casa fue la mejor de todo el verano, hubiese deseado que no se acabara nunca. Al volver a la casa recibí una carta de Hogwarts diciendo que se iba a abrir la Universidad Mágica en la que estábamos admitidos todos los antiguos alumnos que acabábamos de cursar séptimo, por lo que sin pensármelo dos veces, mandé una lechuza con la inscripción a una de las carreras e hice las maletas y cogí el carruaje para hacer el viaje a Hogwarts, ya que quedaban quince días para el comienzo de las clases y me apetecía ir tranquilamente disfrutando del viaje. Y tras casi quince días de viaje aquí estaba, en el castillo, tumbada en la cama.

Libros, libros, libros... Estaba deseando que empezaran las clases para irme a estudiar a la biblioteca. También me apetecía mucho experimentar y aprender nuevos hechizos y pociones. Pero antes de todo, ¡el banquete de comienzo de curso!-Umm, ¡qué hambre! Debería ir bajando al comedor. Pensé en voz alta, y me iba a ir tal cual estaba con la túnica de viaje, cuando la irritante vocecilla de mi madre me vino a la cabeza. "En público, siempre has de llevar una apariencia impecable, no esas pintas de pordiosera que llevas... Mira tu hermana que bien vestida va". Me cambié de ropa y me puse la túnica de gala. Me había comprado una nueva de color azul y aterciopelada. Saqué el peine y una diadema con perlas azules y mirándome en el espejo me peiné. Cuando me gustó lo que vi, decidí bajar al Gran Comedor.

Cuando llegué hice un barrido general a la sala. Un par de alumnos en la mesa de Gryffindor, ninguno en la de Hufflepuff, la de Ravenclaw algo más concurrida que las otras dos, pero en la mesa de mi antigua casa, la de Slytherin, había una gran multitud de gente. Aunque mi mente sabía que tenía que ir a la mesa de Ravenclaw, mis pies, por la fuerza de la costumbre, me llevaron a la de Slytherin. Por el camino iba mirando a ver quién estaba en la mesa de Ravenclaw y vi a la inconfundible Kaetera, a una chica rubia (la señorita Perrault, creía recordar), a la hija de Ravenclaw, a un par de chicos de la casa (¿Bennet y Burnissen?) y a un chico de Gryffindor, el novio de Perrault.

Estaba a punto de llegar donde el barullo de slytherins, cuando dirigí la mirada al grupo. En el centro estaba Almeida, la hija de Slytherin y a su lado un chico rubio (el prepotente Peverell). Seguí mirando y entre el revuelo de caras (todas conocidas compañeras/o de la casa: la señorita Stark, la señorita Daugherty y el señorito O'Grady) me encontré a Alexandra. ¡Qué alegría! Una de las cosas que más me apenaban de haber cambiado de casa eran las veladas en la sala común charlando con Alexandra. Decidí pasarme a saludarla antes de dirigirme a mi mesa.

- Buenas noches a todos. ¿Qué tal les fue las vacaciones? Pregunté por cortesía a todos los presentes, pues había llegado en medio de una conversación que no sabía de qué iba y luego dirigiéndome a Alexandra le dí dos besos y le saludé personalmente. -¡Alex, cuánto tiempo! ¿Cómo te fueron las vacaciones? Es una pena que ya no estemos en la misma casa... Aún así espero verte por las clases. ¿Qué carrera has escogido?

Mesa de Slytherin | Almeida, Athalia,  Erzsébet, Alexandra, William |  Libre

Cuando todo parece ir bien, siempre tiene que haber alguien que aparezca y amargue el día, en este caso el banquete. Le miró de soslayo conforme se acercaba el presuntuoso Gryffindor y clavó los codos en la mesa, como impresionado por su corrección y fingiendo el error que acababa de cometer. La irrupción de Alexandra y la salida al paso de Erzsébeth fueron el empuje necesario para denotar al león que si plantaba lanzar la manzana de la discordia entre serpientes, más bien aprendiera que en el Génesis, el reptil ya era pionero en eso y podía por lo tanto esquivar con elegancia cualquier ataque.

— Lavigne... creo que tras escuchar a las damas, estaría descortés que añadiera más a tu insensatez—comentó, lentamente y con una pausa en sus palabras que afianzaban su confianza respecto a las palabras que intercalaba. Almeida confirmó lo explicado por Patrick pero eso no le amedrantó—. Mira que me desconciertas, Lavigne, darle semejante gravedad a una broma, si te tomas todo esto en serio, no sobrevivirás a este primer curso y te saldrán canas... relájate muchachote, y eso, ve a saludar a la tal Eleanore, a la cual admiraré si es capaz de aguantarte más de medio minuto...


Levantó la mano y dobló los dedos a modo de despedida mientras se alejaba tal Gryffindor hacia la mesa de Ravenclaw. Luego miró a Alex y rodó los ojos.

—Imbéciles como estos ya preveía que me encontraría en Hogwarts, pero afortunadamente, mueren por la boca, como los peces...  —opinó, lanzando un fuerte suspiro de resignación ante la ignorancia humana. Luego se acercó a su oído y susurró—.   No seas tan cruel con las relaciones amorosas, sí, sé que son vomitivas pero recuerda que para ser alguien, se ha de hablar de ti... además, están en la edad, que duren o no me importa un pimiento, pero lo que hagan o digamos, debe estar en conexión con la actualidad, eso nos mantendrá en la palestra...

Le guiñó un ojo y sonrió, satisfecho por guardar la compostura y no romper las formas pese a que revoloteen payasos intentando provocarle.

Mesa de Ravenclaw  | Helena, Kaetera, Eléanore, Daniel, Gael y Patrick (el Gryffindor infiltrado xD) | Libre

Recibí con cariño el abrazo de Alexandra. También la había echado de menos durante el verano. -Espero que haya ido todo bien por París y que tus padres se encuentren bien. Seguramente hayas saqueado todas las tiendas de ropa para estar a la última. ¡Ya me ensañarás los nuevos modelos que te has comprado! Por supuesto, estoy encantada con que vengas a mi casa a pasar las vacaciones de navidad, así le podremos hacer pasar un encantador rato a mi dulce hermanita. Esto último lo dije con malicia y le guiñé un ojo a Alexandra. -Es una carrera que suena interesante, cómo todas realmente. Seguro que consigues ocupar un puesto en el Wizengamot, tengo plena confianza en ti. Yo escogí investigador mágico, pero es que todas las asignaturas me resultan interesantes y terminé haciendo la locura de matricularme en todas... Espero no haberme sobrepasado con la carga de trabajo, pero ya sabes que soy una adicta a toda fuente de información. Lo de mi confianza en Alexandra era totalmente cierto, no era un cumplido hueco. Sabía que desde pequeña había soñado con ocupar un cargo importante y que daría todo lo que tenía para conseguirlo. -Será mejor quedar mañana por la mañana, veo los ánimos alterados por esta mesa... Lavigne vino a embarullar todo, como siempre que se cruza con un Slytherin. Me despedí de Alex dándola un caluroso abrazo. Abría que resignarse a quedar en los ratos que no tuviéramos clases.

Tras la despedida me dirigí a mi mesa y vi que los ánimos no estaban mucho mejor que en la mesa que acabada de dejar. Rawenclaw estaba con cara de pocos amigos, Font y Perrault tenían pinta de irse a matar entre sí de un momento a otro, Bennet me daba la impresión de encontrarse un poco cortado ante la situación y Burnisshen aparentaba acabar de aterrizar en la mesa. La llegada de Lavigne parecía haber calmado un poco los ánimos de las dos muchachas. Me dirigí a sentarme en un asiento que había libre al lado de Burnisshen y antes de sentarme saludé con mucho tacto a todos los de la mesa. -Buenas noches a todos los presentes en la mesa. Me llamo Vesta Vanhanen, para los que no me conozcan, ya que es mi primer año en esta casa. Por sus expresiones no sé si llego en buen momento, espero que no suceda nada grave. Terminé de presentarme y tomé asiento en la mesa.

Tarde, llego tarde... Tenía pensado venir a Hogwarts una semana antes, sin embargo al escribir la petición del carruaje puse que me viniese a buscar el día en que tenía que estar en Hogwarts. Pero es que los últimos eventos producidos entre personas mágicas y no mágicas había acaparado toda mi atención. No sabía en qué estaban pensando esos chiflados magos... ¿En qué momento se les ocurrió usar su magia para abusar de otras personas, un don que debía ser usado para ayudar a los demás? Cuando leí la noticia estaba tan enfadada que en el último momento casi decido renunciar a mi puesto de profesora y volver a ocupar mi puesto en el Ministerio. Me resultaba vergonzoso que el Ministro de Magia tuviera que haberse escondido tras sus declaraciones a favor de la convivencia de magos y gente no mágica. Después de tantos años trabajando para conseguir la armonía, de los numerosos tratados firmados con los sucesivos gobernantes de diversos países, de los encuentros diplomáticos de afamados internacionalistas y de un sinfín de cosas más, después de todo eso, unos cuantos idiotas querían desencadenar una ruptura que no diera cabida a una reconciliación. Además, entre la gente no mágica estaba empezando a generarse una idea que me inquietaba, la quema de brujas. No me preocupaba por las brujas y magos de verdad, era fácil para un mago evitar quemarse por las llamas si se lo proponía, si no porque desdichadas muchachas sin poderes mágicos podrían llegar a ser apresadas y quemadas por testimonios de gente malintencionada (había sido informada hacía unos días de un par de casos)... Genial, para colmo de males, el carruaje que me lleva a Hogwarts se acaba de estropear. Menos mal que parece que Hogwarts está cerca, por lo que veo por la ventana. ¿Qué ha sucedido?. Parece ser que el eje se ha roto. Pero no se preocupe, que en seguida lo arreglo. Reparo. Bien, parece que al menos es un hombre competente el conductor.

Se acaba de detener otra vez el carro, esta vez porque parece ser que hemos llegado a las puertas de Hogwarts. Mentalmente le ordeno a mi equipaje que levite y lo guío con la varita escaleras arriba. Me despido con un saludo del conductor y me dirijo a la puerta de entrada, la cuál esta entre abierta. Como me temía, llego tarde, salen voces del Gran Comedor, el banquete de bienvenida ha debido comenzar ya. Sé que hay una puerta por la que entran los profesores, pero... ¿dónde se encuentra? No lo sé, mi orientación es nefasta y lo único que me falta es perderme por el castillo, bastante tarde llego ya. Umm, el armario de las escobas, dejaré ahí mi equipaje y luego lo recogeré, no creo que nadie lo toque, y más dejando encima esta nota de advertencia.

Por lo que veo en la sala, las mesas de Gryffindor y Hufflepuff (mi antigua y añorada casa) están vacías, pero las de las otras dos casas están bastante concurridas. Pero, si pensaba que era la última en llegar y nada más y nada menos que la mesa de profesores es casi la más vacía. Parece que otra profesora acaba de llegar. Esta bien, sentémonos a su lado y veamos qué asignatura va a impartir. -¡Hola! Me presento, soy Nymeria Lovegood, profesora de estudios muggles. ¿Y tú eres? . Sé que sueno un poco informal, pero vaya, detesto los formalismos.

¿Acaso eso no pensaba animarse? Aunque los primeros años divertía, burlarse del resto de los estudiantes de las otras casas ya cansaba, era demasiado monótono. Ni ganas de comer tenía, pues aunque bien que bebió varios zumos de calabaza por cierta calor con tanta gente en aquella sala y con la túnica encima, solo había utilizado el tenedor para servirse pocas raciones de los distintos platos que reposaban en la base de la alargada mesa.

La irrupción de la chica de Gryffindor no llamó su atención, estaba a punto de dar la razón a Athalia y recalcar que algunas por ser el centro de las miradas pierden la dignidad hasta que al pasar por el largo pasillo, se fijó que sangraba. Atónito contempló como sus gritos de auxilio eran sinceros y como se desplomaba en la mesa de los profesores.

—¿No es alumna de Gryffindor? Que Godric se haga cargo... —se limitó a decir frente a los presentes, decidiendo no involucrarse en el tema. Se arremangó la túnica y estiró la servilleta para no mancharse. Había ciertos pastelitos que tenían buena pinta y le apetecía probarlos para comprobar si eran tan sabrosos como lo eran a simple vista.

No pude evitar soltar un pequeña risa cuando Peverell pasó a un lado de Kaetara y parecía que a ella se le paraba el corazón. Vaya, no sabía ni disimular un poco. Después respondió mi comentario y no pude evitar girar los ojos. -Bueno, parece que aquí la estúpida eres tú, Font. Realmente no sabes lo que el dinero puede hacer...- era cierto lo que decía, mi familia estaba asegurada dentro de lo que cabe, pero aún así sentía un nudo en la garganta que no pensaba demostrar. Levanté las cejas en forma de saludo a Gael, y ignoré su comentario sobre nuestra discusión.

En cuanto Kaetara hizo su comentario sobre Patrick, éste se acercó a nuestra mesa y sonreí burlonamente sin responder. Coloqué mi mano sobre la de Patrick y le sonreí agradecida, dándole un beso en la mejilla. -No interrumpes nada, no te preocupes.- nada de lo que esta tipa dice vale la pena, quise decir, pero me contuve sin querer causar tanto drama. Llegó otra chica nueva que se presentó como Vesta y le sonreí sin darle importancia... ya luego me enteraría más sobre ella. -Oh claro, puro amor...- le sonreí hipócritamente a Kaetara intentando que Patrick se mantuviera al margen de la discusión.

De repente, interrumpiendo las conversaciones de todos, llegó una chica de Gryffindor pidiendo ayuda y diciendo que nos estaban atacando. Debe ser algún tipo de broma, pensé hasta que vi las heridas que tenía en la pierna y labio. Miré como alrededor todos se sobresaltaban y comenzaban a sacar sus varitas. Mi primer instinto fue pararme rápidamente y protegerme detrás de Patrick. -Patrick... ¿qué hacemos?- le susurré asustada.